El pueblo de Coober Pedy en el norte de Australia del Sur es la capital del ópalo del mundo, casi el 95% de la oferta mundial del ópalo viene de las minas locales (espera, esto se pone aún más confuso), pero si entras a este pueblo minero de 3,000 habitantes no encontrarías una pequeña y bulliciosa ciudad, sino que en realidad verías menos de la mitad de su población en el exterior.
Cuando los mineros se establecieron en la ciudad y vieron las condiciones climáticas creyeron que sería mejor fijar sus hogares en el interior de las rocas. Su intención era resguardarse del sol, que llegaba a hervir por encima de los 40 grados, pero la ciudad empezó a crecer de forma subterránea con calles, tiendas e incluso una iglesia.
Allí no hacen falta ventiladores ni aparatos de aire acondicionado porque la temperatura se mantiene constante a 23-24 grados en los meses cálidos.
Aunque parezca una buena idea que la temperatura este perfectamente regulada, eso de vivir debajo de un desierto en una serie de cuevas es todavía complicado de imaginar, o tu lo harías?